domingo, enero 19, 2014

Nisiología

El estudio de islas o nisología (la traducción del término es propia porque no pude encontrar sitio alguno, ni siquiera artículo de Wikipedia, sobre este tema en español) se inicia formalmente a principios del siglo XX como un campo multidisciplinario que incluye desde la oceanografía hasta la antropología, y se configura como una rama independiente en 1980 a través del artículo del oceanógrafo (y epistemólogo amateur) John Selwyn, quien a la vez que fundarla proporciona la critica necesaria para concluir su total inutilidad. Generalizada como teoría del aislamiento, diez puntos conforman sus cotas como diez mandamientos que no le sirven a nadie. Los estudios más importantes tienen que ver con movilidad, aislamiento e imaginario del exterior, que son perfectamente clasificables dentro de otras disciplinas con más relevancia. A pesar de su falta de sentido, ha convocado la atención de numerosos intelectuales, y existen cuatro o cinco medios de publicación acreditados que se dedican específicamente al tema. Al ser una ciencia compacta, es de sumo interés para la filosofía de las ciencias. Como los cometas, como los terremotos, nos da pistas de principios fundamentales, acotados en un modelo compacto, que rigen o articulan sistemas cuyo estudio cualitativo a gran escala se hace difícil. Así, la nisología es a la epistemología lo que las islas son a la nisología.

Mapocho

No puedo escribirte Dijle
te caes en tí mismo con la edad de los hombres
no puedo quererte homúnculo
de bicicletas barbadas
hay por extensión otro río
que desgarro debajo de tus aguas

no yo otros se sientan en tus bancos
yo miro correr el agua y
aspiro me delata la rabia


 en tí jamás se detiene el tiempo

sábado, enero 18, 2014

Tal vez una cierta simpleza nos permitía varias cosas que hoy me parecen imposibles, Dr.; por ejemplo, comprar una sopaipilla en el puente Pío Nono y comerla mirando cómo el chorrito de agua del Mapocho intentaba penosamente mover una hoja de Plátano Oriental, reseca bajo la luz de la venenosa luna. Sé qué dirá, Doctor, y es cierto; acaso atribuyo a la simpleza más de lo que corresponde. Sí, Doctor: el alcohol; ah qué tiempos aquéllos. Pero el alcohol es un simplificador del hombre; nos toma de la mano y nos lleva desde las capas superiores de la neocorteza en un viaje por los siete círculos del cerebro hasta el tronco encefálico y a veces, sin retorno, más allá. Aquel día varios litros de cerveza Escudo nos lastraban el vuelo. Escudo vendida en la unidad pura de un litro, en vasos plásticos relavados, reciclados para ahorrar quién sabe cuánto, ¿CLP$ 25?

Sentado en un oscuro escaño del Parque Forestal entrevisté a un posible ex-boxeador amateur. La nariz le prestaba credibilidad a la historia del hombre, pero era también la nariz del mendigo. Ay qué fácil es patear en el suelo a un hombre cubierto de harapos y cartones; el mendigo es un boxeador enfrentado al juego de piernas, al boxeo de sombras, a la fatal derecha imprevisible de la Vida. Su sensibilidad se ofendió, Marinakis, pero corrían los tiempos de los primeros realities televisivos y la psique de este humilde poeta, proletario y bohemio, es débil. 

Acaso fue esa molestia la que le impidió luego, cuando en el bus amarillo el turco me insultaba, prestarme su apoyo, aunque fuese como mera presencia física junto a mi humanidad amenazada. No lo culpo, Doctor. Bueno, sí, sí lo culpo, lo culpo mucho, esteta miserable. ¿Acaso quiso ver el diseño de mi nariz igualado al del boxeador? Acopiando coraje le dije al turco que le vendría mejor dedicarse a buscar a un varón norteamericano para hacerle una felación y luego de un confuso episodio que el alcohol lavó irreparablemente el turco desapareció del bus y fue entonces nuestro turno de descender a las calles de La Reina.   

Despechado, le arrojé entonces el libro de Teillier que me había regalado, aquella antología que incluye el poema Despedida (me pareció apropiado y en línea con mi agravio hacia usted que lo incluyera). 

Le escribo para notificarle que hoy repuse ese librillo. 


jueves, enero 17, 2013

Pamplina Consternada

Septiembre a tiro de cañón, Beño, me digo, y pienso en dos aniversarios de Marinakis, en dos bares donde celebramos y en las conversaciones que allí ocurrieron, y una cosa llevando a la otra, pienso en este diálogo que Borges, ya inexorablemente condenado a explorar la tiniebla hueca, dictó a quién sabe a quién, su prosa redactándose en el aire y una mano recogiendo y ensamblando en el papel estas palabras:
A. —Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el fervor, la voz de Macedonio Fernández repetía que el alma es inmortal. Me aseguraba que la muerte del cuerpo es del todo insignificante y que morirse tiene que ser el hecho más nulo que puede sucederle a un hombre. Yo jugaba con la navaja de Macedonio; la abría y la cerraba. Un acordeón vecino despachaba infinitamente la Cumparsita, esa pamplina consternada que les gusta a muchas personas, porque les mintieron que es vieja... Yo le propuse a Macedonio que nos suicidáramos, para discutir sin estorbo. 
Z (burlón). —Pero sospecho que al final no se resolvieron.

A (ya en plena mística). —Francamente no recuerdo si esa noche nos suicidamos.
El primer bar se llama La Perla y desapareció (no diré creo recordar, Jorgito Luis es un arma de doble filo) en el verano de 2006.

El primer síntoma fue la aparición en la vereda de enfrente de altas planchas de madera revestidas de gigantografías anunciando el primer Mall Verde de Chile. Detrás de los alerces impresos ya horadaban la tierra las retroexcavadoras amarillas y naranjas y el capataz boxeaba la dignidad de los obreros. ¿Quién nos salvará del implacable furor inmobiliario? Hay emprendedores que en este momento patrullan los cielos de la ciudad en busca de paños de terreno sobre los cuales sería factible poner un centro comercial. La mano invisible es de hierro, la pupila del emprendedor taladra y las autoridades municipales no nos defenderán porque tienen hambre y sed de patentes comerciales que generen flujos de efectivo para plantar liquidámbares y ginkos, construir ciclovías, poner cámaras de seguridad, uniformar y entrenar a los soldados privados de la paz ciudadana, y así, por supuesto, ganar el voto de los vecinos hambrientos de calidad de vida y plusvalía. Liquidámbares y ginkos, sobre todo cuando enrojecen con la visita del Otoño y depositan sobre la acerca su oro tembloroso, y ciclovías, que adelgazan los cuerpos y alivian el yugo de los seres corporativos y pueden a veces propinarnos la rotunda felicidad de ver a un niño pedaleando una bicicleta con rueditas laterales, son excelentes inversiones; aún así, ¿es necesario que paguemos esos bienes con la exterminación de un bar de verdad, un bar digno de Teillier y del taxista hastiado, con altas cañas anhelando el pipeño y un televisor esquinado preparado para el próximo clásico? Primero las altas planchas de madera prensada anunciando el primer Mall Verde de Chile, luego la preocupación respecto de los títulos de propiedad confesada por el dueño de La Perla, a quien le fue deparado encarnar la terrible verdad manifestada por Kafka en El Proceso, y un día el cartel amarillo y verde de Cerveza Cristal fue arrancado. Teillier ya había muerto y los taxistas tuvieron que buscar otro santuario donde reposar la cabeza.

El segundo bar se llamaba Passarella y aún existe, pero con otro nombre. Junto a él opera una diminuta funeraria. Junto a él significa, quizá por ser un reflejo de la carencia en todo, incluyendo tiempo y espacio, de un barrio pobre, a 1,5 metros de la silla más alejada del Bar.

En La Perla, con menos frecuencia de los que hubiésemos querido, Marinakis y yo conversamos incansablemente y ya ebrios recordábamos el diálogo de Borges. En el Passarella anexamos mesa con la de un grupo de hombres de manos endurecidas y más peligrosos de lo que nuestra alegría estilo Bambi y nuestro ánimo de diálogo universal estaban preparados para admitir. Allí uno de los hombres dijo: en la conversación está la verdad, compadre.

Del Perla nos retiramos para comprar una botella de huisqui que intentamos beber bajo tres castaños en una plazoleta. Del Passarella nos retiraron la novia y la hermana de Marinakis, conmocionadas e indignadas, porque anochecía sin que diéramos señales y los invitados comenzaban a llegar.


jueves, junio 09, 2011

Descreo de su Mapocho

Dr., déjeme decirle, con cariño pero también con firmeza, que descreo de su Mapocho
Ese río es hijo de Oliveira hijo de Cortázar y también de sus flamantes errancias, y no hermano de la tierra cordillerana, del polvo fugitivo de los sacos de cemento, del harapo
Su río, Dr., es navegable por derecho propio, Hontológicamente navegable, diríamos
Lejos de él que se fantasee con ponerle prótesis para que comience a ser otra cosa
A un río no se le dice levántate y anda
Pero, ah, Dr., nos soñamos héroes y el demonio de la realidad fue a buscarnos allá donde estábamos y fuimos heridos
Qué importa sobre qué río se incline la memoria:
Su poesía viene a decir lo que Rojas dijo que dijo Vallejos:
Todavía

miércoles, junio 08, 2011

pájaros

En las plazas de la memoria hay
dos o cinco
recuerdos de niñez que retuve

de libros de calle lanzados al mapocho
de pésima literatura
de los compormisos
ayer fue que no busqué todo eso

y fue ayer también
que entregué el pellejo vano
las mofletas estériles en un abrir
y cerrar de ojos que se cansan

ayer pero es hoy
que vengo a mi mismo con esas
cosas cosas cosas
como de libertad ayer me vi
como héroe
en una plaza con sombra y habitantes del cité

tarde más feliz
de discos de todo lo absoluto

no quiero llorar en esos vasos
y si lloro qué más
es pura tarde de vino
gracias al vacío u otras palabras vanas, vacío

sólo una conserva su sentido

en esas tardes que retuve de río corriendo en el tiempo

no sé cómo llamarlas
porque eran tardes de papel

miércoles, mayo 18, 2011

La Perla ¿Abatida?

Leí su correo y al principio quise mandarlo al carajo. Perla hay una sola. Pero maduré, Marinakis. Detrás del velo de ira que amenazaba con cegarme, pude ver su palabra encenderse o apagarse débilmente, como la sonrisa del gato de Chesire, desapareciendo, un ademán de adiós irónico; si no te importa dónde llegar tampoco importa mucho qué camino debes tomar, dijo el Gato y el camino es el fin postula Kavakis en su poema Ítaca, qué lugares comunes, mi querido Dr., no hay rincón dónde llorar o defecar tranquilo aquí, pero qué importa, siempre existe la posibilidad de que una mañana cualquiera de Otoño, de golpe nos enteremos que un árbol se inclina para dejar caer sobre el pavimento sus hojas enrojecidas, allí, en medio de la ciudad, hundido en el humo y cercado por los bocinazos, humildemente desvistiéndose, y que el viento sople débilmente y le escatime milimétricamente una hoja a la suela de tus zapatos cansados. El entero porvenir tal vez fue cifrado en ese puñado de espejos rotos, Dr., concuerdo.

martes, enero 04, 2011

La Perla



Estimado Galindo,

No he podido acceder a su propuesta. No creo que deba o que pueda hacerlo.

Acá en la calle pululan muertos. Yo me arrincono y me meto en callejones, y, Galindo, le prometo, trato de sacar partido del asunto. Pero no tengo claro hasta qué punto, Galindo, llegaré a recolectar las monedas, los estandartes, las pruebas de todo esto, para algún día futuro ponderar su peso tenue. Me dedico por las tardes, por las noches, también a pulular; en uno de esos vaivenes llegué al Perla. Casi se podía mascar el olor ajerezado del arrollado en el aire. Don José me confiesa que pensó en renombrarlo "La Perla del Pacífico" mientras venía con su señora en el avión, pero decidió a su llegada serle fiel a su destino y al destino del Perla. Y bueno, también en cierta medida al de sus parroquianos.

Lo actualizo; espero no aburrirlo. Después de un intrincado episodio legal, la compañía a cargo de la tienda por departamentos se vió obligado a pagar a Don José un cuantioso monto por la demolición del boliche; su compadre Lalo Marín, abogado y estudioso del evangelio, hizo las maromas y cortó buen billete, y lo que quedó fue suficiente para reabrir el connotado local cuyo cartel vimos desmontar aquella tarde de 2009.

Se reiría, Galindo, si pudiese verlo. Me limito, por salud mental, a adjuntarle una foto de la fachada. Las letras, en tipografía Palace Script levemente modificadas con agridulce gusto parisino, rememoran de manera más que lejana el original en letras negras sobre luminoso amarillo con decorado "Cristal". No podría decir mucho más.

Para calmar el reflujo de la memoria, evocaré aquel aniversario mío en que, después de haber bebido en exceso, como se acostumbraba, nos volcamos a la calle, en dirección inconsciente hacia el bar. No creo equivocarme cuando afirmo que esa noche completamos, de algún modo, el inicial armatoste del sistema de símbolos que en los años siguientes iríamos trabajando con pulso de joyero. Son doctrinas inútiles, y en eso creo que todos estamos de acuerdo, pero ¿hay algo más bello que la inutilidad? ¿algo más perfecto?

Creo que los proyectos quedarán estancados o avanzarán a ritmo lento (me es imposible no evocar la analogía del río de caca en este tipo de casos) por un tiempo; pero si existe la fe y me fue deparado poseerla, creo que está toda puesta en las frases, las inversiones, los mecanismos y el conjunto de piezas ideados en esos años fructíferos. Curiosamente, y en oposición a nuestra capacidad de manipulación, la operación de las piezas se multiplica y se ramifica, ruedas sin eje: lo llamo a que esté atento, como yo creo y espero estarlo, a mayores cambios o desviaciones de sus sentido primero.

Un saludo cálido a la distancia,


Marinakis

sábado, mayo 30, 2009

El Bar

I

El doctor hizo una pausa reflexiva y dio un breve sorbo a su caña de pipeño. Galindo encendió un cigarro. K. se bebió el resto de su caña y alzó la mano para llamar al mozo. El gordo maestro de cocina flanqueó el mostrador, caminó bamboleante hacia la mesa, se detuvo junto a K. y alargó su cuello sudoroso. K. indicó en silencio su caña vacía de pipeño, el doctor emergió del abismo de su reflexión y de un largo trago se bebió el pipeño restante en su caña, Galindo exhaló humo formando dos perfectas argollas y, a pesar de que su caña estaba casi llena, siguió el ejemplo del doctor.

-¡Me parece, caramba! ¡Si tomamos, tomamos parejo!- dijo el doctor-. Tres más de las mismas, amigo.

El Bar A. es un bar angosto, casi un pasillo, flanqueado por sucias paredes verde agua, que se alarga imprevisiblemente hasta un lugar de sombras y formas imprecisas. De esas sombras emergieron tres personas y caminaron hasta sentarse a la mesa contigua: dos hombres, uno viejo, cercano a la setentena, y un cuarentón malcarado a cuyo brazo se aferraba una mujer de caminar vacilante. Cada uno traía su vaso de cerveza, y acunada en el antebrazo del viejo, cual tierno recién nacido, venía la botella a medio beber.

Recortado contra la pálida luz que arrojaba un tubo fluorescente, el viejo se veía enorme. Los mechones grises que cubrían su gran cabeza raleaban a los lados de la frente y del irregular bigote entrecano colgaba una gota de cerveza. La mujer evidentemente había sido muy atractiva -así lo indicaban sus labios, sus pómulos, su mirada, sus movimientos, el modo en que acercaba su rostro al del cuarentón. Pero el tiempo es implacable y no hay fémina turgente que se le resista. Ahora, a diez o quince años de los días culmines de su belleza, las carnes de la mujer se habían desconfigurado para siempre, su talle se había duplicado sin remedio. Ahora la mujer caminaba tambaleante entre las mesas de un bar poblado de hombres, sometida al mareo etílico y acaso a la brutalidad del cuarentón feo, que de haberla conocido hace una década, jamás hubiera soñado poder hacerla suya, sujetándose de su brazo enfundado en ajado cuero negro, obligando, con su caminar tambaleante, al codo del viejo a sumergirse rítmicamente en una de sus enormes tetas, cuyo tamaño, de seguro antes perfecto, admirable, se había también duplicado.

Se sentaron a la mesa.

-Y ustedes ¿con qué frecuencia se pegan un round en el ring de cuatro perillas?- dijo el viejo emplazando la botella en el centro de la mesa.

-¿Cómo?

-¿Cada cuánto hacen el amor?- precisó el viejo.

-¡No sea metiche!- exclamó la mujer.

El viejo desistió de su inquisición, pero aparentemente sólo con el fin de reformular su estrategia. Repartió el resto de la botella.

-No hay nada más rico que pegarse un polvito-y ahora la voz, una voz por lo demás lasciva y arrastrada, vibraba con una extraña nota de solemnidad. El veterano bajó la vista y, alzando la mano, gritó:

-¡Amiiigooou! ¡Tráigase los refuerzos que estamos secos!

Un tipo alto y flaco, cuyo rostro exhibía una abultada nariz colorada y un cigarro a medio consumir entre sus semiabiertos labios entintados, pasó por el pasillo hacia el fondo del bar, cargando sobre uno de sus hombros una java llena de botellas de cerveza vacías. El viejo volvió a hablar:

-Un hombre necesita pegarse su polvito lo más seguido posible. Antes a mi vieja yo no le daba tregua, pero ahora se me ha puesto harto esquiva. ¿Y qué le va a hacer uno? No voy a obligarla sólo porque yo ando como toro. Además la vieja ya está harto vieja y yo ando con energías de sobra. Ojalá encuentre una más jovencita pa' echarla a la pelea.

El viejo se bajó al seco su vaso de cerveza. El hombre y la mujer sonreían.

-Oiga, pero usted ya no está para esos trotes-dijo sonriendo el cuarentón.

-¡Harto viejito que está!- dijo la mujer.

-¡Baaah! ¡Ni se imaginan ustedes! A mis sesenta y cinco años ando como toro. Con decirle que hasta arañazos en la espalda me llevé el otro día.

-No me diga- dijo irónicamente el cuarentón.

-Pero claaarooo que sí- dijo el viejo acopiando fuerzas para parecer seguro de sí mismo.

Fracasó miserablemente y se instaló el silencio. La mujer sonrió y luego empinó su vaso de cerveza y comenzó a beber lentamente mirando su contenido. Su boca jugaba con el vaso y el líquido. El viejo buscó en el bolsillo de su camisa una cajetilla de cigarros. El cuarentón anunció que iba al baño, se puso pesadamente de pie y caminó hacia el fondo del bar. El viejo encendió un cigarro, exhaló el humo, dejó el cigarro en el cenicero, se sirvió lo que quedaba de cerveza, y en ella hundió largamente el bigote: lo retiró; se relamió; un brillo indefinible recorría sus pupilas amarillentas.

-Mire, mijita, yo la puedo hacer feliz. Véngase conmigo, ¿ya?

La mujer rió.

-Mire, ni se imagina la herramienta que tengo.

Llegó el cuarentón. Sonreía. Besó a la mujer en el cuello, caminó hacia la caja y pagó.

-Ya, pues, mijita- insistió el viejo en un perentorio susurro.

-¡Oiga, tata! Déjese de inventarse cosas, ¿ya? Déjese de tomar y váyase para la casa.

El cuarentón volvió a la mesa; la mujer se puso de pie; el viejo trató de hacer lo mismo, pero no pudo a causa del vino.

-Un gusto, amigo- dijo el cuarentón.

-Pórtese bien- dijo la mujer

El viejo miró al cuarentón.

-Cuídesela-le dijo.

La pareja cruzó las puertas abatibles que flanqueaban la entrada al bar, y se perdió en la niebla de la noche.

Dijo Galindo, golpeando la mesa:

-¡Ya, pues! Si vamos a tomar, ¡tomamos!

Las manos ya se alargaban hacia las altas cañas de pipeño, y acaso ya se formulaba en la mente del doctor un brindis solemne y en la de Galindo algún verso, pero antes el viejo, que les daba la espalda, giró hacia ellos, y sus ojos estaban llenos de lágrimas.

El maestro de cocina pasó junto a ellos cargando un sándwich de pernil y una cerveza Escudo de tres cuartos: se detuvo algunas mesas más allá y depositó bebida y alimento frente a un joven de rostro adusto, cuyas facciones extrañamente recordaban a las de una madonna renacentista. Tenía dos libros sobre la mesa.

-¿Por qué llora, tío?

El viejo sollozó en silencio.

-Oiga, tío, tranquilo. Venga a sentarse con nosotros.

El viejo se puso trabajosamente de pie y se sentó entre K. y el doctor. Apoyó el antebrazo sobre la mesa y apoyo sobre él la frente. Su espalda se sacudió media docena de veces.

-Tío, tranquilo. ¿Qué le pasa?... ¿Por qué llora?- dijo K. dándole suaves golpecitos en la espalda.

El viejo enderezó el tronco y el cuello, giró y alargó la mano hasta alcanzar su vaso de cerveza, que había quedado sobre la otra mesa. Lo alcanzó a duras penas y aún sollozando, sorbió la cerveza y luego clavó sus ojos llorosos en K. Dijo, respirándole en la cara:

-¡Por ustedes lloro, hijos míos! ¡Por ustedes, que se pierden en el trago! ¡Que olvidan al Señor! ¡Al Señor! ¡Al Señor! ¡Aleluya, Aleluya! ¡Perdónales, porque no saben lo que hacen! ¡No pierdan sus vidas en el trago, hijos míos! ¡No temas que yo te he rescatado, dice el Señor! ¡Te he llamado por tu nombre, dice el Señor! ¡Llevo tu nombre tatuado en la palma de Mi mano, dice el Señor! ¡Y ustedes...! ¡Y ustedes, carajo...! ¡Mieeerda!

El viejo bebió de su vaso, se calmó un poco y continuó:

-¡Ustedes son malos y pecadores! Sólo quieren tomar y quedar botados meando en la calle, no siguen los senderos del Espíritu, se pierden en los callejones de Satán.

Con los ojos anegados de lágrimas, el viejo prodigó referencias bíblicas y puso al tanto a los tres contertulios, a grandes rasgos pero con precisión, del plan de salvación que el Señor había diseñado especialmente para ellos y para el que quisiera. Asumiremos que ustedes también han sido puestos al tanto de dicho plan, y no abundaremos en descripciones inútiles. Por lo demás, los contertulios escucharon y bebieron en silencio. Galindo parecía estar reflexionando; su mano de amasandero de pizzas recorría su vasta barba ensortijada. Finalmente habló:

-Caminaba Moisés por un callejón y detrás de Él venía el Señor su Dios, y mientras hallábase así Moisés, caminando a pasos cortos, cavilando acerca de su tenaz tartamudez, oyó la voz de un ángel y, ¿quién sabe?, acaso también lo vio, y el ángel le informó a Moisés que con algunos metros de rezago tras de él caminaba el señor su Dios, y entonces, entre dos enormes contenedores de basura, en ese callejón oscuro y sucio y húmedo, Moisés escondióse para conocer el Rostro de su Creador. Pero cuando Dios pasaba frente al escondrijo de Moisés, tapó el hueco entre los dos contenedores con sus enormes y aladas manos luminosas; y esa noche, Moisés no pudo ver del Señor más que la palma de Su mano, la misma en la cual estaba tatuado su nombre.

El poeta hizo una pausa y encendió un cigarro. Un delgado hilo de humo subió entre sus ojos negros. El silencio dejó oír la respiración trabajosa del viejo.

-Dígame, señor -continuó el poeta Rafael Galindo dirigiéndose al viejo-, ¿no cree usted que el gesto es elocuente?

La mandíbula del viejo se movió horizontalmente, como si tratara de encarrillarla o destapar sus oídos, y luego verticalmente, como si mascara un grueso trozo de bistec; sus ojos mostraban aún los signos de cierta inercia del llanto desconsolado. Galindo fumaba y miraba inquisitivo. Una gran argolla gris pasó entre los hombros del viejo y del doctor.

-El ademán de Dios es elocuente- dijo finalmente Galindo-: ¡Dios se oculta, pero desea mostrarle al hombre el hombre! - y agregó elevando su caña a la altura de los ojos:

-¡Entonces, pues, ahorrémosle al Señor el trabajo de ocultarse y dediquémonos con fervor a lo mundano!- y bebió un largo sorbo.

De las abundantes lágrimas del viejo ahora no quedaba más que un exceso de humedad en los globos oculares. El llanto había logrado dulcificar un poco al viejo, pero ahora su rostro había cambiado; en particular su mandíbula: el veterano parecía estar apretando los dientes con fuerza, y volvía a asomarse a su mirada una brillosa malicia. La enorme y peluda cabeza de Galindo flotaba en el verde agua de la pared.

Dijo el viejo con vibrante voz endurecida:

-¡Ay de aquellos desprecian la Palabra de Dios! ¡No habrá para ellos más que fuego y sangre y rechinar de dientes! ¡Pendejos insolentes de mierda!

La rabia estiraba y soltaba las cuerdas vocales del viejo, la tensión de los músculos de sus carrillos hacían temer que uno de los maxilares se trisara, que en cualquier momento saltara un diente o las encías comenzaran a sangrar. Galindo, súbitamente indolente, se refugió del fulgor bíblico del viejo contemplando la concha de loco que servía de cenicero.

-Tranquilo, tío- dijo el doctor.

K. bebió y se puso de pie. El viejo bebió con furia y murmuró:

-El Señor está conmigo como un poderoso guerrero.

-Tranquilo, tío- insistió el doctor.- Aquí nadie quiere ofenderlo- y acabó de un viaje su caña.

El viejo quiso ponerse de pie. Amablemente, el doctor lo sujetó de las axilas, lo puso de pie, y lo soltó sólo cuando hubo comprobado la estabilidad del viejo, que gruñó y se alejó oscilando rumbo al baño.

-Está vez tardó bastante menos en ponerse blasfemo, amigo poeta. ¿Estaremos bebiendo demasiado rápido?

miércoles, mayo 20, 2009

La Tesis del Doctor

El venerable Marinakis, al referir al humilde servidor de todos, don Beño, el estado de avance de su tesis:

Weón,
la escritura de mi tesis se ha transformado
en una obra apologética
de las cagadas de resultados que obtuve
estoy parchando el hoyo con lenguaje
y sospecho que cualquier religión me querrá entre sus filas
después de esto

lunes, enero 26, 2009

El Oscuro Dharma de la Calesita I

Para J.M., rara y delicada flor de silicio

Se atribuye a Jorge Luis Borges un tal poema Instantes, cuyo narrador desearía haber pasado menos tiempo armando cuidadosas maletas de viaje y más tiempo dando vueltas en calesita.
He visto ese poema, cuidadosamente enmarcado, en tres baños, junto al W.C. o tasa del baño o wáter o ídolo de porcelana. Como si en el preciso momento en que todo el ser se concentra en producir esa instantánea y bella muerte, se maximizara el mágico influjo del poema, su pretendido efecto de devolvernos al disfrute de las cosas simples - como cuando tumbado junto a la mar sentía entre los dedos de los pies húmedos granitos de arena. (¡Ah, el corazón de un viejo es una mar de nostalgia y de anhelo, mis polluelos!)
Leí por vez primera Instantes (y lo releí muchas veces: en ese tiempo el bueno de Beño solía evacuar más y mejor) en la casa de un camarada del Partido, en San Antonio. Animado por ese poema fue que participé en el tradicional concurso Gánesela al Toro que el megamercado Pepita de Oro organizaba para Fiestas Patrias; las mecánicas fuerzas del toro se impusieron al tenaz agarre de mis manos curtidas por el rozón o la guadaña, pero mi tiempo sobre el toro superó al de los demás jinetes, y entre mis manos ateridas fue depositada una botella de vino de exportación que yo deposité momentos después en las manos de mi padre, al tiempo que sus emocionados y satisfechos ojos me interrogaban. Yo respondí: padre, Borges escribió un poema de nombre Instantes; es por ese poema que he montado al toro y ganado el concurso.
Mi padre quiso leer el poema, y esa misma tarde yo compraba en una feria cercana una hoja fotocopiada con el texto íntegro de Instantes, protegida entre un vidrio y un rectángulo de cholguán. Desde entonces nunca desesperé si me veía obligado a sentarme al trono de marfil sin la sección deportiva del periódico: siempre podía leer y releer el último y más famoso poema de Borges, y siempre hacía propósito de enmendar mi vida y vivir con la simpleza de una piedra mojada por las aguas de un río.
Luego se sucedieron años terribles y los cielos de mi Patria llegaron a poblarse de insectos a tal punto que a veces a mis camaradas, a la gran mayoría de mis compatriotas y a quien suscribe el día y la noche nos parecían partes indistintas de una única y continua escala de oscuros grises. En tal número caminaban los insectos por las veredas que era imposible dar un solo paso sin reventar media docena. Y quienes nos perseguían sabían por el simultáneo crujir y restallar de los caparazones dónde estábamos y hacia dónde íbamos. Aterrado e inmóvil, en la penumbra leí al Borges de Ficciones y El Aleph, y luego leí su poesía y me dije: "¡Caramba, Beño: Si Borges escribió Límites, ¿para qué habría de escribir Instantes?! Y luego: "¡Es más: Si escribió Límites, no pudo haber escrito Instantes!" Sin embargo, pensé luego en la vejez -por entonces no la conocía-, y me dije: tal vez la vejez lo doblegó.... Y un súbito dolor me recorrió el pecho, y acaso fue un eco de García Lorca, uno más de tantos que cayeron en los tiempos de los insectos, el que me llevó a exclamar con la empatía que solo un viejo puede tener con un viejo: ¡pobre Jorgito Luis!

lunes, marzo 20, 2006

Picadillo

Queso de Cabeza: el post anterior es pésimo: ¿Qué nos pasa frente a lo repetitivo? ¡Pamplinas, Beño!
Pepinillo Dill: Bajó de la micro el bueno de Beño; con trote de atleta cruzó la calle mientras parpadeaba la antropomórfica luz verde; caminó a zancadas cortas y rápidas el cuarto de cuadra que lo separaba de la puerta de su casa; se detuvo frente al portón y al momento de buscar las llaves en su bolsillo, el aroma del jazmín le charcheteó el paño...
En una semana más Beño se verá domiciliado (como diría cualquier integrante de la fuerza policial entrevistado por la prensa) en otro lugar: El número de la micro que lo llevará a su casa será otro, la antropomórfica luz verde parecerá la misma pero será otra, será otra la distancia a caminar hacia otro portón, las llaves serán otras y el jazmín esperará en vano la llegada de Beño...
Se acercó el humilde servidor de todos, don Beño, al gran jazmín. (Recordó a aquellos pensadores que mantienen que un hombre y una secoya o una secoya y una termita o un lémur de madagascar y un ratón de cola larga no son más ni menos uno que otro en el orden cósmico*. Pensó en esa novela de Hesse donde al llegar a su nueva escuela un niño hace dos nuevos amigos: un castaño y un anciano portero.) Alzando la vista respiró profundo y se despidió musitando un par de palabras de agradecimiento (en este momento su servidor deja el laborioso golpeteo de teclas para secar las lágrimas que corren por sus mejillas de poeta.)

Zanahoria en Escabeche: hoy me senté en el mismo lugar de la biblioteca, de espaldas a las Obras de los Filósofos. Como si de ese modo comprobara que la marcha del Universo se seguía desarrollando sin novedad, busqué con la vista el lugar exacto donde se puede ver el lomo de un querido libro verde que tiene escrito en una de sus páginas que el hombre es una sucia corriente. Seguía allí, junto al libro rojo donde el autor de ambos sostiene que el Cristianismo es una enfermedad y denosta a Pablo de Tarso. Por una asociación mental simple, me puse de pie y busqué también aquel libro donde un inglés sugiere que el Cristianismo es el paso siguiente en la evolución del Hombre y alaba el coraje y la santidad de San Pablo. Viendo que estaba en su lugar, volví a la contemplación de extrañas matrices en un tomo de 700 Págs.

Caldo de Vinagre (Grado de acidez: 5%): Hace falta otro tipo de seriedad: la del niño cuando juega.

Cebollita en Escabeche: siempre tan cursi, Beño...


*Tarea: Búsquele un arreglo a la impresentable redacción de esta parte del post.

Nota: busqué en Google Imágenes "jazmín", para hacer más figurativo este post poniendo la regia foto de un jazmín. Lamentablemente, me encontré muchas fotos de la Jazmín y ninguna decente de un jazmín. De todas maneras, les dejo la foto de Jazmín.

martes, marzo 14, 2006

Pregunta



¿Qué nos pasa frente a lo repetitivo?


¿Qué nos pasa frente a lo repetitivo?


¿Qué nos pasa frente a lo repetitivo?


¿Qué nos pasa frente a lo repetitivo?


¿Qué nos pasa frente a lo repetitivo?


¿Qué nos pasa frente a lo repetitivo?


¿Qué nos pasa frente a lo repetitivo?


¿Qué nos pasa frente a lo repetitivo?

jueves, enero 05, 2006

Ciclo de Anécdotas: El Basurero Wenco

Porque el público lo pidió, vuelve el Ciclo de Anécdotas de El Blog de Beño, esta vez con una anécdota escolar. ¡Y basta de palabrería, Beño! Vamos al grano; pero antes:

- Si Ud. no ha leído las Anécdotas de este Afamado Ciclo, lo invito a hacer click en el link de alguna de las tres anécdotas publicadas en la columna a su izquierda.

- Lamentablemente, esta vez no contamos con el alto auspicio de Nuestro Señor Cristo de Elqui, y seguiremos prescindiendo de él hasta que nos pague lo debido.

Sin otro particular, vamos con la anécdota.

El Basurero Wenco

En el patio de media había un basurero grande Wenco, de color gris y tapa negra. A la hora del recreo, X. esperaba que el patio se fuera llenando de gente; salía desde su sala corriendo; enfilaba hacia el noble basurero Wenco, y de una patada lo hacía volar lejos, dejando la basura desparramada. Ante los bovinos ojos escolares congregados allí, la escena se repitió de manera exacta una y otra vez.

En las horas de clase, V. y Beño (que pasaron la mayor parte del colegio fuera de clases) podían ver a la señora Norma recogiendo el basural que el pelotudo de X. dejaba todos los recreos. Beño sospecha que los motivos que tenía X. para ejecutar religiosamente el vandálico acto eran dos: posicionarse con una imagen rebelde frente a las damas que allí se reunían y lucir sus regios zapatos Caterpillar.

Junto al patio de media, donde estos vandálicos actos eran ejecutados impunemente a la luz del día y bajo la mirada estupefacta de los estudiantes, se estaba llevando a cabo la construcción de un nuevo pabellón de salas de clases. En los días en que este relato ocurre, V. y Beño pasaban sus tediosas horas de alumnos echados de clases en animada charla con los maestros constructores o sentados cerca de la faena tratando de matar el tiempo. En estas circunstancias surgió la brillante idea.

Fue así, oh queridísimos lectores:

El sol pegaba fuerte. Beño y V. estaban sentados junto a la construcción, mientras sus compañeros disfrutaban de un macabro laboratorio de biología, durante el cual Beño no había podido contener una observación jocosa acerca de una rana en estado vegetal a la que le aplicaban electricidad en los nervios de sus patas. Esa observación había resultado en una carcajada general, y en la consecuente salida del laboratorio de V. y Beño.

Como íbamos diciendo, el sol pegaba fuerte y nuestros protagonistas soportaban con estoicismo su exilio. De pronto, V. quedó absorto, como fijando una idea; se puso de pie, caminó hacia una gran pila de ladrillos, cargó sus brazos con seis de ellos y caminó hacia el noble basurero Wenco. Beño comprendió de inmediato y no tardó en secundar a V. en su iniciativa y con un par de idas y venidas acarreando ladrillos, el buen basurero quedó lleno hasta sus bordes. Con una sonrisa, V. le puso la tapa, y Beño ensayo un par de patadas en sus matratados constados. “Weón, si este cara de nalga le llega a poner una patada a esta wea, cagó”... Ya estaba todo dispuesto, y V. y Beño se sentaron a esperar con ansias que llegara el recreo.

Sonó el timbre. El patio se fue llenando de vida escolar. Las apetecidas damas ocuparon sus puestos de pequeñas faraonas escolares. Pero de X. ni la menor señal. “Anda a ver si está adentro de la sala”, le dice Beño a V. Éste va y vuelve. “Sí, weón; está. Está peleando con la profe por una nota. Ya va a salir”. La expectación multiplicaba los minutos. “Weón, por la chucha; no puede ser que justo ahora no venga a pegar el bendito puntete”, murmuró V.

La profesora sale de la sala. Dos minutos después, sale X. rojo de rabia. Grita: “¡Por la chucha!”, toma vuelo, con júbilo lo vemos enfilar hacia en basurero con más velocidad que nunca, da un salto, acomoda el golpe en el aire y deja caer su mejor patada en el flanco del noble basurero Wenco. Esta vez el espectáculo es distinto: el basurero no se mueve un sólo milímetro; inmediatamente después del golpe se oye un alarido de dolor; las miradas se vuelven hacia X. que está tendido de espaldas en el cemento. En un acto de cinismo y de maldad infinita, V. corre a socorrer al caído. Se reúne un círculo entorno a X., lo suben a una camilla y se lo llevan. Los dos meses siguientes lo vimos llegar con la pierna enyesada. Extrañamente, nunca nadie se preguntó qué hacía el basurero lleno de ladrillos. Nunca hubo culpables.


lunes, enero 02, 2006

Micro-historia UNO



UNO. Dos sujetos compraron tres litros de vino en caja y los bebieron sentados entre unos matorrales en alguna calle de La Reina Alta. Por supuesto, se emborracharon, y luego caminaron hablando Dios sabe qué hasta oír el golpeteo de unos tambores. En su ebriedad buscaron el lugar de donde provenían los golpes de tambor. Caminaron hasta encontrarse frente a la regia fachada de una enorme casa; vulneraron la propiedad privada; subieron por un sendero que serpenteaba entre un pequeño bosque de bambúes, y llegaron a un espléndido jardín. Los vio aparecer de pronto un grupo de jóvenes que, sentados a una mesa bajo un toldo blanco, terminaban de beberse una botella de Chivas Regal. Uno de ellos golpeaba un bongó y, sin dejar su laborioso golpeteo, miraba con sorpresa. De los dos sujetos habló uno, diciendo: "Leíamos el Venerable Tarot en la Plaza Brasil cuando oímos el llamado de sus tambores; desde lejos hemos venido; ustedes nos han llamado; díganme: ¿qué desean?". Pregunta que uno de los jóvenes respondió, diciendo: "Bueno, si leen el Tarot, entonces eso deseamos: que nos lean el Tarot." Entonces, el sujeto sacó sólo los Arcanos Mayores y comenzó la lectura...


De la historia no sabemos más que esto. ¿Cómo terminó? Sólo Dios y un puñado de hombres saben. Ud. puede imaginarlo. Mañana, don Beño les contará la micro-historia DOS. Todas son absolutamente verídicas. No dude.


¡Y vamos con la Campaña Asado Parrillero!


martes, diciembre 27, 2005

¡Campaña Asado Parrillero! - Verano 2006

Amigos que visitan El Blog de Beño: Ha llegado la hora de emprender una tarea común.

A su izquierda puede ver una columna de Publicidad Google. NO; no se equivoque; el bueno de Beño no ha dejado sucumbir este humilde espacio a los cantos de sirena del mercado. El motivo es otro; el motivo es la Campaña "Asado Parrillero" - Verano 2006. Pero ¿en qué consiste esta campaña? ¿Será Beño una oveja disfrazada de lobo que nos quiere engatusar? ¡NO y no, señores! Despacho a continuación el contenido de la Campaña:

¿Cuál es el OBJETIVO de la Campaña? Compartir un Asado Parrillero regado con abundantes bebidas durante la PRIMERA QUINCENA DE MARZO.

¿Quiénes se van a maltratar con este Asado Parrillero? (1) Todos los amigos que visitan El Blog de Beño, (2) que se pongan en contacto con el bueno de Beño, y (3) cuyas conciencias estimen que han cooperado razonablemente con la causa (id est, que se tomaron la ligerísima molestia de hacer click en los anuncios cada vez que entraron a EBDB), descontando la condición implícita de que (4) les guste compartir un buen asado en compañía de gente diversa y en animada tertulia.

¿Cuánto va a costar el Bendito Asado Parrillero? USD$100, es decir, aproximadamente CLP$51,100.

¿USD$100? ¿Cómo se vamos financiar esta Épica Iniciativa? Adsense de Google realiza sus pagos por un monto mínimo de USD$100. La idea: que con nuestros clicks en los anuncios alcancemos esa suma antes del 15 de Marzo de 2006. Recibiendo el pago, don Beño convocará a los fieles que cumplan las condiciones de arriba y se invertirá el total de los USD$100 en un sendo Asado Parrillero.

Las condiciones:

i) Beño empeña su palabra en que, de alcanzarse la suma, el asado se realizará en una fecha cercana a la señalada, y según la disponibilidad de los participantes.

ii) Todo aquel que estime en conciencia que cooperó y que quiera participar, tendrá la libertad de unirse a la comitiva. Nadie cuestionará su decisión.

iii) Si al 30 de Marzo de 2006 no se ha alcanzado la suma, se considerará que no ha habido quórum para la iniciativa y, consecuentemente, el asado parrillero no se realizará.

viernes, diciembre 23, 2005

Análisis Morfosintáctico


Analice morfosintácticamente (sujeto/predicado, etc., etc.) la siguiente frase en lenguaje coloquial chileno avanzado (con el perdón de las damas):


"¡Puta, el weón weón, weón!"*


*Nota: esta frase hay que leerla y escucharla a la vez.

jueves, diciembre 22, 2005

Pobreza y Desigualdad: Comentarios de Beño.


Peter Twister , la raja tu análisis. Lo comparto a cabalidad. Me da gusto leer comentarios bien fundamentados como los que aquí has publicado.

Excelente precisión la de la Flaca respecto de "qué es darle el dinero directamente a los necesitados". El mecanismo no lo deja claro Peter T.

Me alegra que Criscom viva sentimientos similares, pero la afirmación ligera y sin fundamentación alguna de que un voto para Piñera no se condice con una voluntad personal de un Chile mejor, carece de valor en el debate. Lo invito a que fundamente su afirmación, en la certeza de que dará argumentos interesantes.


Chulipertini (que no es otro sino el mentado Dr. Marinakis) alega por la publicidad Google. A él y a todos los nobles lectores de El Blog de Beño (E.B.D.B.), les cuento que esa publicidad tiene su razón de ser. Como verán, el estilo de E.B.D.B. ha cambiado. En el encabezado pueden ver un motivo asadero y las palabras: "Campaña Asado Parrillero". Esto tiene que ver con la publicidad y muy pronto Beño les contará qué tipo de Campaña es la que se viene (nos favorece a todos.) Desde ahora, los invito a hacer click en los anuncios con fe en que la causa tendrá éxito.

Pato Meneses, que tiene un blog interesantísimo, sobre todo por sus temas, que a Beño siempre le han parecido del mayor interés (epistemología, ontología del lenguaje, etc.) y por los bien formulados finales abiertos de sus posts, me pregunta cómo lo hago para generar debates de calidad. La respuesta es simple, Pato: los debates de calidad no los genera Beño: siempre parten a propósito de un excelente comentario de algún lector. Sin embargo, sí hay algo hace Beño que favorece el debate: postea poco, porque carece de la fecundidad bloguera que tú tienes... Una insospechada ventaja de ser un escritor improductivo.


Finalmente, invito a que sigamos con el debate acerca de la justicia social, y luego Beño publicará un post que explicite su postura frente al tema.

jueves, diciembre 15, 2005

Post Honesto

Son las 3:29. Unas piscolas en el cuerpo. Mañana: entrevista de práctica. El mundo adulto se avecina. Me bajo de un auto frente a mi casa. Un hombre de overol verde está sentado a la entrada de mi casa. Me fumo un cigarro con él. Me dice que espera al camión y yo miro al montón de basura: las bolsas negras y verdes: lo que nosotros, los favorecidos de la sociedad de consumo, ya no queremos tener en nuestras casas. El hombre del overol se llama Esteban. Le cuento que pensé en hacer mi práctica de operario en el camión de la basura, y él me cuenta que lleva ya trece años en la pega y que tiene cuarenta y tres. Tal vez con torpeza le pregunto si le gusta la pega. Él me responde que sí. Llega el camión y nos despedimos. Y me quedo pensando.
Mientras escribo alguien muere de hambre en algún lejano lugar de África. Mientras escribo, decenas de hombres pedalean sus triciclos de cartoneros, después de haber urgado con sus manos los tesoros de nuestra basura.
Antes, cerca de las ocho, y mientras caminaba por la calle hablando con mi hermana acerca de mi promisorio futuro, pasó un hombre, casi un abuelito, pedaleando su triciclo de cartonero. Hace casi un año vi a un niño vestido de escolar con la mitad del cuerpo en el contenedor de la basura. Buscando su subsistencia en la basura de los favorecidos, de los que misteriosamente nacieron con un futuro promisorio. A la misma hora y en esas mismas cuadras, niños que no son ni más ni menos que él hacen sus tareas, ven tele o se comen un pan con queso caliente. Si no nos duele esto estamos muertos. Y si no lo podemos ver estamos DOBLEMENTE MUERTOS... Si no nos importa, sólo queda el vacío.
El Chile de los TLC. El IMACEC. Los señores del Banco Central. ICARE. La multiplicidad de índices que miden nuestro éxito. Chile, ¡qué bien está! Y nosotros, los que tenemos un computador frente el cual nos sentamos, escribimos y leemos. Y hacemos el mundo lo suficientemente pequeño como para no tener miedo. Y nos decimos: "¡Qué bien está todo!"...
Seré weón, supongo; pero me va a costar ser feliz si no hago algo...
A Jaime en la Vega le dijeron que no podía pedalear al menos por un mes: su desgarro es grave. Mientras escribo sé que él está en algún lugar de Santiago pedaleando, con las mil vendas que se puso. Y a mí se me saltan las lágrimas. Si no nos duele esto... estamos muertos. Sólo le pido a Dios, que el dolor no nos sea indiferente.

lunes, diciembre 12, 2005

Don de Mando

Señora Presidenta, ¿el discurso lo quiere en Arial 20 o Arial 24?


¿28? Entendido.


Y la parte que se refiere a los dichos de la oposición léala con voz firme.

domingo, diciembre 11, 2005

Silogismo

"Si Dios existe va a cumplir su palabra (sic) con Joaquín Lavín".- Iván Moreira, Senador UDI .


Joaquín Lavín Pierde.


Ergo, Dios no Existe.



Otros títulos posibles para este post:
- Chantajeando al Creador.
-Otra forma de probar que Dios no existe.
-La Neo-Alianza de Dios con su pueblo elegido (UDI)
-Póngale Ud. un nombre a la herejía.

Sr. San Expedito, PRESENTE

Estimado Señor San Expedito:

Espero de que encuentre Vd. bien, gozando de su merecido y bien ganado Descanzo Eterno. Tengo que confesarle que mis motivos para publicar la presente carta son puramente utilitaristas y espero que esto no lo moleste, puesto que su forma de proceder estando en este Valle de Lágrimas solía ser bastante distinta (sacrificio personal a fines metafísicos de orden superior), aunque algunos suspicaces podrían discutir esto y afirmar que su modus operandi como ser humano no fue más que un utilitarismo con horizonte temporal de planificación infinito (es decir, bajo el supuesto de la Vida Eterna.) Pero no me alargo en estas consideraciones que se desvían del propósito de esta misiva. Le escribo por lo siguiente: hace tiempo ya que su santa persona ha llamado la atención de la opinión pública por su fuerte penetración en el mercado de las Intercesiones ante el Señor, posicionándose fuerte en dicho mercado, y desplazando en market share a santos de la talla de Santa Gemita de Galgani, Santa Teresita de los Andes y San Antonio de Padua. Sin embargo -y como lo preveían todos los analistas- la reciente canonización del beato Alberto Hurtado ha transformado notoriamente las condiciones del mercado, llevándolo a perder participación. Bueno, siendo estos los antecedentes pertinentes a mi propuesta, vayamos el grano.


Oferta


El titular de El Blog de Beño está requiriendo sus servicios de intercesión divina "en causas justas y de urgente solución". Particularmente, requiere contar con sus servicios de intercesión para la obtención de la calificación 4,3 en un examen a realizarse a la 8,30 del 12/11/2005, hora local. Dicha calificación permitirá que el interesado apruebe su asignatura con promedio 3,95. A cambio, Beño le ofrece publicidad permanente en su blog, publi-reportajes y un link a su sitio web. Además de esto, si el Señor San Expedito lo desea, puede pasar a ser el patrocinador oficial de El Blog de Beño (actualmente nuestro patrocinador es el Sr. Cristo de Elqui.) Demás está que le muestre la conveniencia de la transacción que le propongo; sin embargo, note que El Blog de Beño es un excelente medio para llegar a sus segmentos meta, y que puede ser un excelente punto de partida para una campaña de reposicionamiento de su persona.


Si la calificación obtenida fuera inferior a 4.3, asumo que rechazo Vd. mi oferta, y, en consecuencia, me veré en la libertad de incumplir mi parte del acuerdo. Si la calificación fuera superior a 4.3, Beño cumplirá con su parte del acuerdo. Finalmente, ante una calificación superior a 5.0, El Blog de Beño pasará a llamarse "Salve San Expedito" hasta el 1/03/2006.


Esperando con ansias (y urgimiento) su santa respuesta, se despide atentamente,


Don Beño.

martes, diciembre 06, 2005

Petición de Gracia

No me canse de buscarte, mi Dios
No me falte al alma fuerte, Señor
Sólo y a Pie,
Regálame el camino
¡A Tu Mayor Gloria va mi vida!
A la Mayor Gloria de mi Dios


De la canción "Salto a la Luz" de Cristóbal Fones S.J.

sábado, diciembre 03, 2005

Comentario: No Me Venda El Cochayuyo.

Estimadísimo don Beño:


En el contexto de un profundo compromiso con la paz mundial, el entendimiento, la diversidad cultural y la crítica constructiva tengo que decirle que su blog está cada día más fome. Concuerdo con Vd. respecto de que Vd. no es un Mar: mantener un blog y comentar los blogs de otros son actividades que excluyen tal posibilidad. Acéptelo, es Vd. una sucia y plañidera corriente, poblada, por supuesto, de los diversos guarisapos que pululan en su encéfalo. Vd. puede aceptar su condición actual y chapotear feliz en sus propios excrementos (le recomiendo encarecidamente esta opción) o comenzar un camino de autoperfección, búsqueda de sentido y santidad (para esta otra opción le recomiendo la lectura de las siguientes obras: "Camino", de San José María Escribá de Balaguer; "Juan Salvador Gaviota", "El Principito", "El Caballero de la Armadura Oxidada" o cualquier sustituto cercano a condición de que cuente con mas de 15 ediciones y/o esté traducido a ocho o más lenguas; libros de Ayurveda, de hombres iniciados en el conocimiento de la verdad (también llamados por el Dr. Pichulinski "colonizadores metafísicos" (si ud no puede gestionar bien su alma busque alguien que le diga cómo; es absolutamente legítimo)), o en su defecto algún libro sagrado.) No pretendo inclinarlo a ninguna de las dos opciones, don Beño. El objeto de este comentario es el siguiente: hágale caso a su parroquiano Camilo: la fe es una preferencia equivalente a la preferencia de un buen chileno por una ensalada de cebolla con cochayuyo. ¿Podrá acaso ese buen chileno convencerme a mí (que soy un hombre de mundo) que prefiera esa ensalada a mi amada Caesar Salad? ¿Podrá convencer a mi amigo Braulio, que detesta la ensalada, que detesta toda cosa salida del mar que no sea una sirena con piernas, que detesta Chile? Déjese de tonterías y siga con sus patéticas anécdotas. Y que quienes gusten de la ensalada se encarguen de reflexionar acerca del porqué de esa preferencia. Que los que no entienden que hay gente que no gusta del cochayuyo o que prefiere otra ensalada, pierdan su tiempo en hacer proselitismo. Y si les apetece, que se inventen la apologética del cochayuyo, porque el lenguaje todo lo aguanta.

lunes, noviembre 28, 2005

Rellenando

Acá reaparece lo que queda de Beño. He tenido que dejar un poco botado el blog porque estoy con la mierda hasta el cuello (con la bosta al cogote.) Mi auspiciador Sr. Cristo de Elqui amenazó con poner fin al contrato con El Blog de Beño. Para tal cometido, envió a sus “representantes”. La negociación fue dura y breve. El resultado: accedí a todas las demandas del Sr. Cristo de Elqui: difundir gratuitamente sus prédicas, comprarle un modelo nuevo de chalas Reef y un cortaúñas suizo.

El tiempo va horadando mi alma. Sí, hermanos, en efecto: la cebolla de mi alma, antaño luminosa redoma, pétalo a pétalo se deshoja con el paso de los días. Y va revelando de qué estoy hecho. Dr. Marinakis, ¿me creerá si le digo que estoy absolutamente convencido que no soy un mar sino todo lo contrario, una sucia corriente?

Está la raja el debate acerca de la religión y en el siguiente post espero poder resumir las posiciones y expresar mi punto de vista. Y continuamos con el debate. Por ahora, me limito a dejar tres preguntas referentes a la misma cuestión:

1. ¿En qué sentido es posible afirmar que la Creación está manchada por el Pecado Original? (Ver un post anterior.)

2. ¿De qué manera debe entenderse el arrepentimiento (convertir el corazón, etc.) al que llama Jesús al inicio de su vida pública (“arrenpiéntanse”, “conviértanse”, etc.)? ¿Y por qué este arrepentimiento debe ser ante Dios (pequé, Señor, piedad)?

3. ¿De qué nos viene a salvar Jesús? ¿Cómo se entiende la Salvación?

Las tres preguntas se refieren al mismo punto central de la estructura de la fe católica. Por eso me parece interesante que las discutamos. Con respeto y a la mayor gloria de Dios.

domingo, noviembre 13, 2005

Dos Cosillas

UNO. El Chamal es un caballo de sangre chilena y árabe que en un entrenamiento se enganchó una pata con un cable y que ahora la tiene un poco lesionada. Hace un par de días Daniel cometió el error de amarrarlo a un columpio; el caballo se asustó y salió corriendo con el columpio atado al cuello, mirando hacia atrás y lanzando patadas hacia el enemigo de fierro. La suerte quiso que la loca carrera terminara cuando el Chamal atravesó el macizo de pinos que cierra la parcela de Daniel incólume, salvo un ligero rasguño en el cuello. Todavía está el columpio hundido en la espesura de los pinos. Daniel quiere correr al Chamal en un par de meses más, en una carrera de enduro ecuestre. Así que lo saca a trotar todos los días para que se recupere rápido de la lesión. Él va en bicicleta afirmando la cuerda y el Chamal lo sigue al trote. Hoy fuimos Daniel, el Chamal y yo a dar el paseo. Conversábamos pedaleando junto a las plantaciones de perales mientras el Chamal nos seguía trotando. Entramos en una cancha de polo en desuso y pedaleamos rápido sobre el pasto crecido. Los queltehues nos seguían, siempre amenazando con emprender su vuelo en picada; el Chamal iba al trote con la cabeza agachada arrancando y comiendo pasto, y yo pedaleaba con fuerza mirando el cielo, porque con ese pasto así de crecido las posibilidades de una buena sacada de chucha son casi nulas: caerse sería caer en un colchón verde. Me tendí en el pasto, miré hacia el azul infinito del cielo y sentí una modesta y profunda felicidad. Hasta aquí la parte uno de mi post.

DOS. Siempre he sido católico, la mayor parte de mi vida por formación; un par de años maravillosos por puro amor encendido por ese Dios misterioso que se me presentaba en todas partes y que me llamaba, y el último tiempo por postura intelectual y tesón de la voluntad que quiere someter a toda costa a la razón que duda (en esta última etapa me repetía una y otra vez en la oración el Credo Ut Intelligam (creo para entender) de San Agustín.) Hoy ya no soy católico, o al menos he suspendido mi adhesión a muchas de las creencias más básicas que conforman esa fe. Y no ha sido fácil, he hecho esfuerzos tremendos por mantener mi estructura de creencias. Esto puede ser temporal o tal vez permanente, no lo sé; pero lo que sigue siendo mi certeza más firme es que Dios existe, que nos ama, que nos reúne de un modo misterioso en su amor, como una gallina bajo sus alas reúne a sus polluelos (ver Is 49, que es una de las imágenes de Dios más hermosas que hay en la Biblia.) En este momento mis reparos a la Iglesia son demasiado fuertes como para seguir siendo un católico practicante. Pero mi experiencia del amor de Dios es tan profunda, que inevitablemente mi acento me delata. Porque no puedo esconder que he sido muy amado y que no dejo de vivir con esa poesía que sólo da el Misterio.

Y esto lo agrego porque ayer tenía una urgencia que me impidió terminar el post:

Respecto del punto UNO: qué momentos de felicidad como el relatado en este punto recuerdas.
Respecto del punto DOS: qué opinas acerca de la religión, de la Iglesia Católica, de Dios, cuál es tu búsqueda personal, el sentido de tu vida, etc.

martes, noviembre 08, 2005

TRIMESTRE: Julio – Septiembre 2005: 8,5%

Se disciplinó los cabellos del siguiente modo:

Con los dedos de su mano izquierda bien separados,
Desplazó su mano desde la frente hacia la nuca,
Curvando sus dedos y la palma de su mano,
Adaptándola a la forma de su cráneo

Acto seguido, sujetó la parte final de la solapa de su chaqueta, a la altura del pecho,
Con cada mano,
Y jaló hacia abajo

Con el índice y el pulgar de su mano derecha,
Partiendo de cada comisura de los labios
Y cerrándose hacia el punto inmediatamente inferior a la nariz,
En un movimiento ascendente de mano y brazo,
Se ordenó los bigotes

Aspiró por última vez su cigarro,
Dejándolo hasta la mitad,
Botándolo en plena vereda aún encendido

Respiró profundo y se dijo, empujando una dorada puerta giratoria:

“Hoy me darán trabajo”.

domingo, noviembre 06, 2005

Anécdota Escolar I

El viernes 5 de octubre Beño, en adelante B., después de seis años, visitó su colegio. El motivo: reunión de padrinos de confirmación de los alumnos de tercero medio. (B., al fin y al cabo, no deja de ser un hombre religioso.) El padrino (B. ) es amigo del hermano mayor de la ahijada; el padrino no deja de sentir un ligero orgullo por haber sido elegido. De la hermana menor del amigo de Beño se puede esperar lo mismo que del amigo: que nunca coincidan las referencias temporales y/o espaciales proporcionadas para cualquier encuentro (esto motivará un par de anécdotas en camino): B. se levantó a las ocho de la mañana un día sábado, y manejó por la Autopista del Sol presionado por la hora para llegar a Melipilla 1 ½ [H] antes que la hora fijada para el encuentro (al menos esta vez las referencias espaciales no fallaron; bien pude haber llegado a Putre o a Pozo Almonte.) Demás está decir que B. se encontró con toda(o)s la(o)s auxiliares que fueron su compañía en las horas solitarias de echado de clases o con alguna(o)s directiva(o)s a la(o)s que saludó con mayor, menor o nula alegría (y en el último caso, con mayor o menor fingimiento.) Pero la historia que motiva este post no sucede este año, sino el año 1998 o 1999. B. (es decir, Beño), ha observado que los post largos no son del agrado de los nobles y amables lectores (a pesar de que notables hombres y mujeres que se mueven en estas frecuencias y que visitan El Blog de Beño (B.) me han escrito en los comentarios al post anterior (ver abajo) que aperran (con mayor o menor esfuerzo, según sea el caso) con largas lecturas.) Bueno, yo escribo para Uds.; Uds. me dirán si esto es muy largo (o muy corto (cosa improbable)), y me dirán si valió la pena leerlo o si es una basura. La última advertencia (o ruego) es la siguiente: no juzgue a B. por su maldad escolar: créalo o no, la gente cambia. Esta es la breve historia:

B. paseaba, solitario, por uno de los pasillos de su colegio, en los minutos libres del recreo que precede a la hora de almuerzo, cuando escuchó la siguiente conversación entre dos profesoras:

Profesora de Física: en serio, galla: soy alérgica a todas las cosas mentoladas: si las huelo, no puedo respirar, me congestiono entera.

Profesora de Castellano: no te creo, ¡me muero!, ¿en serio?

Profesora de Física: en serio, no aguanto ninguna de esas cosas: ni Mentholatum, ni Calorub, ¡hasta las mentitas me ponen mal!

Hasta aquí la parte relevante de la conversación. B. escuchó atento, volvió a sentir ese ligero dolor en su cuadriceps desgarrado, y recordó el tubo de Calorub que llevaba en su mochila, y una ligera sonrisa escolar se dibujó en su semblante. Lo que sigue es simple:

En el recreo de la hora de almuerzo, B. esperó que sus compañeros se retiraran de la sala de clases y procedió a embetunar las patas y parte inferior de la silla y mesa del profesor con Calorub. Y sonrió ante su solitario y malvado placer.

Después del almuerzo, la profesora de Física comenzó a hacer clases. Después de tres minutos, con un hablar gangoso, pidió un pañuelo; después de cinco, pude ver dos lágrimas caer por sus mejillas mientras decía con voz congestionada: “hay olor a menta”. A los seis minutos se le hacía difícil hablar, y tenía los ojos notablemente enrojecidos. Entonces dijo: “¿Quién se echó tanto Mentholatum?”. B., que había estado desde los tres primeros minutos conteniendo a risita, que se sentaba en la segunda fila, y que era el sospechoso de siempre, no pudo someter su musculatura facial y sonrió dejando escapar una ligera risita. La Profesora de Física lo comprendió todo en un segundo: se volvió a su mesa; con esfuerzo, olfateó; pasó su mano por unas de las patas de la mesa, y me dijo: “señor Cortés, acompáñeme”. Lo que viene después es otra historia...

Finalmente:

1. CUENTA TU ANÉCDOTA ESCOLAR. Si es muy larga, mándamela al mail (bj_cortes@hotmail.com (agrégame a MSN si quieres)). Si es buena, la publico.
2. Opinar es gratis: opina acerca de esta anécdota: crítica, sugiere, putea, alaba.
3. Alas para Ud. señora, para Ud. señor, Alas para mí, Alas para Todos (de gallina eso sí).
4. Quise comentar todos los comentarios anteriores, pero por ahora no pude. De todas maneras hay uno que quiero incluir en los Comentarios Notables. Pero habrá que preguntarle a la persona que comentó primero.



martes, noviembre 01, 2005

Comentarios destacados

Anoche Beño soñó mucho. Entre todos los sueños que se fueron sucediendo a lo largo de la noche, hubo uno que me quedó dando vueltas al despertar: poner una sección donde fueran quedando los comentarios más notables de los amigos que visitan y comentan en este blog. Obviamente la idea ya se había ido gestando desde que leí los comentarios al post anterior. A veces la gente que visita blogs dice cosas notables que luego se pierden a medida que aumenta la suma de posts publicados. Por eso El Blog de Beño inaugura la sección COMENTARIOS NOTABLES, que ahora pueden ver vacía a su lado izquierdo, bajo la prédica de Nuestro Señor Cristo de Elqui, auspiciador de este blog. Está vacía no porque aquí no se hayan dicho hasta la fecha cosas notables; de hecho, he leído en este blog comentarios que han sido para mí motivo de gozo. La dejo vacía porque es harta pega ponerme a leer todo lo que aquí se ha dicho, que no deja de ser, a pesar de la humildad de este blog de Beño, y porque prefiero comenzar desde ahora a agregar los notables comentarios de uds. El formato será el siguiente: se dejará escrito lo que se dijo; quién lo dijo, dejando el link del blogger si es posible, y en qué post lo dijo, dejando un link a ése post.
Y para qué este post no sea tan formal ni fome, y para que tengan material acerca de qué opinar, si así lo desean, les dejo el Retrato Hablado del Dr. Marinakis y unas preguntas de reflexión:
¿Qué opina Ud. acerca de las facciones del bueno de Marinakis?
¿Qué le sugiere la nariz inclinada?
¿La mirada perdida?

sábado, octubre 29, 2005

Por no tomarse la vida en serio...

Una cuadra más abajo de Providencia con Lyon la Conti y yo vimos a un hombre disfrazado de Jesús. Nosotros caminábamos hacia abajo, rumbo a Pío Nono, y él en sentido contrario. Haciéndose el gracioso, Beño le dijo en tono confidencial, en el momento de pasar junto a él: "Maestro". Pero el hombre barbado, moreno, de cabello largo, túnica y sandalias continuó su marcha impertérrito, haciendo caso omiso de esta perdida oveja que es Beño. Se miraron Beño y la Conti, y Beño dijo: "la cagó el weón loco". Sin embargo, dos cuadras más abajo, una idea asaltó la mente de Beño y tornó, sin revelarse, su talante festivo en un estado de ánimo mezcla de melancolía (no sé bien si esta es la palabra) y de asombro. La idea se reveló una cuadra más abajo, o sea, tres cuadras más abajo del punto en que ocurrió el encuentro. Se reveló de la siguiente manera: de pronto, Beño dijo, aparentemente en broma, pero definitivamente en serio: ¿Y si en verdad era Jesús? La Conti miró a Beño, hubo un silencio, y éste dijo: tal vez sí era el Divino Maestro, y yo, por no saber tomarme la vida en serio, me burlé de Él y no le seguí en su Camino.
¿Quién habrá sido, hermanos míos que visitan este blog? ¿Un simple mortal que decidió vestirse de galileo de la Galilea precristiana o Él, el Mismísimo, que decidió presentarse en este cada vez más pagano Reino de Chile vestido como solía hacerlo en sus años mozos de hijo de carpintero que visitaba las aldeas sanando, obrando milagros y predicando la venida del Reino? La verdad, no lo sé. Tal vez esta duda quede en mi alma como una quemante herida, y a mis hijos les diga: hay que tomarse en serio la vida, retoños queridos. Y ellos me interroguen con la mirada y yo agregue para librarme de tal inquisición: hijos, se los digo porque un día, por bromista, por creer en las bondades del talante humorístico y del espíritu lúdico, no supe seguir al Divino Maestro y me burlé de Él creyéndole un loco. Y el mayor de ellos pregunte: ¿En serio? ¿Dónde? Y yo le responda: en Providencia con Lyon, a las siete de la tarde, y me pesa en el alma no haberlo seguido.
Pero ello no ocurrirá, porque para conjurar las ideas anteriores Beño se aferra a una imagen captada en un instante fugaz, que con esfuerzo y el paso del tiempo (que permite el olvido selectivo y la manipulación) será una certeza: no era el Divino Maestro porque los miopes ojos de Beño supieron ver en sus sandalias un conocido modelo de chalas Hush Puppies.

miércoles, octubre 26, 2005

Poema de Galindo

Con el venerable Dr. Marinakis fuimos a la pizzería donde trabaja Galindo. Marinakis, ebrio, vació un vaso lleno de orégano sobre la cabeza de este humilde servidor de todos. (Doctor, perdono su impertinencia y espero que se rehabilite.) Hablamos un par de minutos con el energúmeno de Galindo. Nos pareció, a Marinakis y a mí, que no estaba bien el bueno de Galindo. Nos dijo que tenía que ir saliendo, pero antes nos entregó, escrito en una hoja cuadriculada de cuaderno, el poema que ahora publico. Dijo: sé que escribes acerca de mí y no pienso leer tus estupideces, pero quiero que sigas publicando mis poemas. Y me dijo, pasándome el poema que publico: ponle nombre, weón. Lo vimos subirse a una ridícula moto Honda, de principios de los ochenta, aunque de motos Beño no entiende mucho, y se largó. Aquí publico el poema que me pasó (el nombre se lo pusimos nosotros; por supuesto, es un pésimo nombre.) Finalmente, advierto que el poema deja caer toneladas de bosta y refleja a un espíritu consumido por un nihilismo recalcitrante.

Miedo al Sinsentido

Les ha dado con el tema de la pobreza
Y ¿a qué viene esto?
El viejo truco, para espantar al sinsentido:

Invéntese una preocupación lo suficientemente lejana:

No, no se preocupe por su padre, asfixiado en la soledad más terrible
Ni por su madre, a la que acaso le queda algún sueño mínimo y material
Ni por su hermano o su hermana
No: es más conveniente la señora juanita, porque es lejana
Porque tiene una ventaja que los anteriores no tienen:
Ud. puede dejarla, cuando se le antoje

Invéntese, búsquese, una preocupación y una lucha lo suficientemente abstracta:
Sí, EL MODELO ECONÓMICO
Está mal...
Y deteste a un país lejano
Aborrezca profundamente los modos de vida de los
MALDITOS CAPITALISTAS

Pero no, nunca mire demasiado cerca:

Todo debe ser lejano, abstracto.

Importante siempre es poner bien (es decir, convenientemente) los nombres
Por ejemplo:

No diga EGOÍSMO y COBARDÍA
Diga: MODELO ECONÓMICO
Y luego diga que esa abstracción es la que está mal
Y sea Ud. un paladín de la justicia

Y si esto no le colma, invéntese un Dios
A su imagen y semejanza créelo
A imagen y semejanza de sus
Miedos
Egoísmos
Cobardías

Para que cuando alguien no opine como Ud. pueda decir convenientemente:
“Vive lejos de Dios”
Para que cuando alguien sea lo suficientemente bueno que le dé envidia pueda decir:
“Sí, pero le falta amar a Dios”
Para que pueda confeccionar una larga lista de deberes imperativos
Que le aseguren que va a ser feliz
Que no va camino al polvo
Porque Dios cumple sus promesas

sábado, octubre 22, 2005

Acto de Personalización


Este es un acto de personalización de este blog. De polera azul, don Beño en su infancia, en los años de la posguerra. A su lado la Frani, sosteniendo a Nicolás (Jao Bonachiuon de la Fontaine Grüyere.)

viernes, octubre 21, 2005

¿Naturaleza Caída?


"Cada cosa es lo que es,
y es difícil explicar a alguien cómo eso me alegra
y cómo eso me basta.
Basta existir para ser completo."

Fernando Pessoa

... ¿Qué nos pasó a gran parte los hombres para que inventáramos y luego creyéramos en la Naturaleza Caída?

miércoles, octubre 19, 2005

Alas de Gallina

Alas Para Todos
... de gallina eso sí
estimamos mal la demanda
y mejor regalarlas que botarlas
al menos en tiempos de campaña.

miércoles, octubre 12, 2005

Material de Relleno

He aquí nuevamente que este humilde hombre se sienta frente a una pantalla y teclea para salir al ancho ciber-mundo, todo gracias al auspicio de Nuestro Señor Cristo de Elqui (lea sus prédicas en la parte superior de su pantalla.) Y en esta oportunidad seré breve, porque el vértigo de la posmodernidad y el segmento objetivo al que apunta don Beño con su blog así lo exigen. Así que diré cuatro cosas.
UNO estando este fin de semana en la casa de un amigo en el campo, y luego de que mi amigo lanzara una coronta de pera entre unas matas, se produjo el siguiente diálogo:
Hermana de mi amigo: hermano, no lanzes esa coronta, ¿acaso no sabes que tardará más de treinta años en biodegradarse?
Beño: ¿Cómo se te ocurre, si no es de plástico?
Hermano menor: ¿Cuánto se demora la caca de dinosaurio?
DOS agregué varios blogs más a la sección "blogs amigos". Lo hice porque me parecieron interesantes y espero poder comentar en otra oportunidad todos los blogs que he agregado.
TRES finalmente apareció Galindo (ver aquí o acá: posts donde hablo de Galindo): ahora trabaja amasando bases de pizzas para una cadena multinacional de comida chatarra. Le dije: Galindo, ¿qué chucha? Sin sorpresa me dijo (mirando con furia): ¿Qué chucha qué? En algo hay que ganarse la vida. Le dije: Tengo tus escritos. A lo que respondió: Quédatelos; he renunciado a la poesía.
CUATRO, en honor al poeta que fue, reproduzco un poema suyo:
(Sin Título)

Conocemos a la Verdad
Noche tras noche ha bailado frente a nuestras narices
Una vez nos dijo:

Os prometo que vendré
Siempre
Siempre y cuando estéis ebrios

Y estas palabras fueron motivo de largas discusiones:

¿Qué quiso decir con Ebrios?
¿Ebrios de Vino?
¿De Amor?
¿De Belleza?
¿De Dolor?

Y supimos que la Verdad era hermosa
Y esquizofrénica
Que pasaba la noche en los bares
Que dormía de día entre papeles de diario

miércoles, octubre 05, 2005

Ciclo de Anécdotas: La Noche de Pasión

La siguiente es la tercera anécdota del Ciclo de Anécdotas de El Blog de Beño. Las anteriores han sido: "El Regalo de Cumpleaños" y "La Cama Elástica", y para sorpresa de este humilde hombre que teclea, han gozado del favor de los misericordiosos lectores de este espacio. Ahora les presento "La Noche de Pasión". ¿Insistirá don Beño en la veracidad de las anécdotas aquí relatadas? Pues no. Y una última palabra: no volveré, bajo ninguna circunstancia, a tocar un tema semejante al que ocupó el último párrafo del post anterior, por muy interesante que a mi infinitamente mamona existencia le parezca. Lo prometo, y que Dios me ayude. Finalmente, les recordamos que este espacio está patrocinado por Nuestro Señor Cristo de Elqui, cuyas prédicas y pensamientos irán apareciendo en la parte superior de su pantalla.

La Noche de Pasión
Lo recuerdo: fue en la gira de estudios, a finales de noviembre. En el duty-free nos habíamos armado con pisco de cuarenta (40º), chileno. Cada uno con dos botellas (como capital inicial, claro está.) Para Beño fue vivir y olvidar lo vivido, ambas operaciones realizadas al mismo tiempo. Sin embargo, algo queda siempre en la memoria...
La acción transcurre en un escenario tropical. Beño no es el protagonista: es un testigo privilegiado. Por supuesto hay sol, mar, encuentros a la luz de la luna (escribo novelas rosa en mis tiempos libres, bajo el pseudónimo de Lucila Troncoso, búsqueme en las librerías.) Las altas temperaturas nos obligan a andar ligeros de ropa, a sumergirnos en el agua. Cuando logra descorrer el velo de la caña, Beño puede ver lugares de ensueño.
La novena y última noche, suena el teléfono en la habitación de hotel que Beño comparte con dos compañeros más. Son cerca de las diez y una voz traposa dice: Beño, weón, ¿dónde estay?
Beño: ¿Cómo que dónde estoy? En mi pieza pos weón.
Y la voz traposa (que pertenece al protagonista de esta anécdota, a quien, para proteger su identidad, llamaremos en delante Voz Traposa.), responde: ahhhh...
Beño: Ya, ¿qué querís weón?
Voz Traposa: venteee pa acaaá... weooón, hay caleeetaaa 'e minaaasss.
Beño: ¿dónde estay? (Y tapando el auricular (!), le dice a S.: este weón está como piojo.)
Voz Traposa: ahhhh...?
Beño: que dónde estay
Voz Traposa: acá...
Beño (que piensa en cortar y se aguanta): weón, ¿dónde estay?
Se oyen voces y gritos y música.
Voz Traposa: en el 703.
S., que es el tercer personaje de la historia (para simplificar hemos borrado de un plumazo a V.) y Beño parten para el fatídico 703. Voz traposa no mentía: el pequeño departamento tipo apart-hotel respira al ritmo de la jarana, rebalsado de estudiantes chilenos en gira. Para los que no estén familiarizados con la mecánica de este tipo de eventos, les cuento que todos llegamos a ser voces traposas, sin perjuicio la nomenclatura ya establecida para esta anécdota, que sólo una de las voces traposas es Voz Traposa.
Ya a altas horas de la madrugada, las huestes del carrete van siendo diezmadas por el sueño, por el alcohol o el amor. Quedan cinco chilenas aguerridas, Voz Traposa, Beño, S. (cuyo único protagonismo es el de ser un bulto en este momento), y dos hombres que no tienen rostro en mi memoria. Como siempre en estos casos, se da una situación inverosímil: una de las chilenas comienza a leernos las manos y nosotros no podemos creer cómo tanto poder paranormal (lo digo porque en verdad esta tipa sí leía la mano.) Tal vez me equivoqué respecto del protagonismo de S.; hay que agregar algo más: siempre quedó en nuestras memorias, grabada a fuego, la predicción que a partir de su mano hizo nuestra amiga. Bueno, resultó que nuestra gitana improvisada, después de leernos la mano a todos, llegó donde Voz Traposa. Entonces, adoptando un tono profesional de voz, nos dijo: esta mano está difícil, dejénme a solas con el paciente. S. se largó a una de las dos pequeñas habitaciones y yo a la otra, mientras Voz Traposa tenía una cita con su destino, a solas en el living-cocina-comedor. Por mi parte, fui vencido por el sueño, pero no sin antes reconocer en ciertos sonidos inarticulados que venían del living el signo inequívoco del antiguo ritual, tan viejo como el hombre y la mujer.
Al día siguiente, Voz Traposa no está. S. y yo volvemos a nuestro depto, nos acicalamos para ocultar los estragos de la mala vida, y bajamos a la playa donde está el curso entero, con la profesora jefe y dos mamás. No alcanzan a pasar 15 min. cuando llega Voz Traposa. La misma polera de la noche anterior, descalzo, shorts floreados. Habíamos estado en ese momento respondiendo a nuestra profesora que nos preguntaba por él. Entonces, Voz Traposa, que evidentemente aún estaba ebrio, saluda con la parsimonia usual en los que quieren compensar alguna miseria, y declara que el día está increíble y que el se va derecho al agua. Se saca la polera en medio de todos... Entonces, quienes veíamos su espalda, pudimos observar, bajo dos mordidas medias azulosas y escrito con lápiz labial rojo, las siguientes palabras: TE DESEO. Por su parte, quienes podían ver su pecho y su abdomen podían leer, salpicado por manchas azules de besos feroces: LLÁMAME 34567XX (omitimos los últimos dígitos para proteger a la familia de la victimaria). Nuestra querida profesora ahogó un grito de espanto, nuestras compañeras se ruborizaron, al unísono se elevaron los OH y luego los JAJAJA y luego los HUAJAJA... Voz Traposa se miró el abdomen, giró con vértigo en la mirada, y corrió a encontrarse con el mar tropical.