Primer Ciclo de Anécdotas: El Regalo de Cumpleaños

Presento el Primer Ciclo de Anécdotas en este blog. Las anécdotas son todas verídicas. Algunas han sido protagonizadas por don Beño en persona o presenciadas por él; Don Beño tiene motivos para creer plausibles las otras. Por otra parte, informo que don Beño prepara una declaración de principios para que los lectores de este espacio sepan de qué laya es el tipo que leen. Bueno, vamos con la anécdota de hoy.

El Regalo de Cumpleaños

Los protagonistas de los sucesos relatados a continuación son X e Y. Los antecedentes a los sucesos que se relatarán a continuación son los siguientes: X e Y fueron muy amigos en el colegio. Esta historia ocurre los primeros días de enero, en ese entonces X e Y estudiaban en universidades distintas carreras distintas, y se veían con relativa frecuencia. El día que ocurren los hechos Y estaba de cumpleaños.

Providencia, alguna hora del día anterior al final de la tarde. X camina distraido, mirando las vitrinas (me permito ponerle algo de literatura a la anécdota.) Y camina por la misma vereda, en sentido contrario. Hoy es su cumpleaños y respira profundo. Se siente ligeramente satisfecho (¿narrador omnisciente? No, eso ya es pasarse de la raya.) X e Y se encuentran sorpresivamente:

X: ¡Hola weón! (desplegando maniobra de abrazo)

Y: ¡X! ¡Me salís hasta en la sopa! (lo había visto ya hace un segundo y medio, pero quiso esperar un par de segundos preparar el saludo; por lo tanto, su sorpresa fue inevitablemente poco natural. Responde a la maniobra de abrazo.)

Abrazo, palmadas en la espalda, sonrisas amplias, etc.

X: ¿Qué contai pos weón oh?

Y: Puta, aquí pos weón hoy estoy de cumpleaños.

X: ¿En serio weón? ¡Feliz cumpleaños! Pa qué avisai pos weón (clásica maniobra).

Y: Este año quise quedarme más piolita, ¿no te acordai de la cagadita el año pasado? Mi vieja todavía no se olvida. (Esta parte del diálogo se basa en hechos reales que tal vez sean relatados en este mismo espacio en otra opotunidad. Basta decir que un desastre de porporciones había ocurrido exactamente un año atrás, en la casa de Y.)

X: Ya weón, ¿qué querís de regalo? En serio, weón.

Y: No compadre, ¿pa qué?

X: En serio weón.

Y: Bueno, ya. A ver... chucha, weón. No se me ocurre. Ah... ya sé: cómprame bencina pal Zippo.

X: ¿En serio? Ya pos, weón.

X e Y se dirigen a una ferretería. (El diálogo anterior es lo peor que he escrito en mi vida. Evitaré en adelante los diálogos. ) X compra para Y un litro de bencina blanca. X le explica a Y que va apurado, que tiene "un compromiso compadre". Abrazo, promesa de llamarse, gusto de verte, feliz cumpleaños, etc.

Y queda solo. Piensa en llenar su Zippo. Se para en medio de la calle a llenarlo. La botella boca ancha de un litro de bencina blanca resulta ser poco eficiente para llenar el encendedor. Durante la operación Y derrama mucha bencina blanca. Una vez lleno el Zippo y con el botellón de bencina en la otra mano, Y prende su Zippo. Y contó después que todo fue rápido. Cuando le preguntaban: ¿por qué chucha no soltaste la botella?, no sabía qué responder. Se dijo que lo apagaban señores ejecutivos de terno con sus propios maletines. Se dijo que las señoras gritaban y que los niños lloraban. Se dijo que llegó el SAMU a buscarlo y que lo subieron todo chamuscado a una camilla... Nos consta que Y se recuperó y que lleva una vida normal. Hasta aquí nuestra anécdota.