jueves, septiembre 15, 2005

Rafael Galindo

Rafael Galindo siempre miraba con furia. ¿Dónde estará ahora Rafael? Nadie lo sabe. Un día dejó sobre mi escritorio una carpeta con manuscritos, diciendo que vendría después por ella. Nunca más volvió. La mujer de Rafael supo de esa carpeta. ¿Cómo supo? No lo sé, pero con ella combatí como nunca he vuelto a combatir a un ser humano. Siempre fue una mujer detestable, demasiado fuerte para su tamaño, para sus colores, para su belleza. Miraba con más furia que Rafael. Por las noches aún sueño con ella. Calculo que duró un mes nuestra querella. Le dije que no: no, no puedes llevarte la carpeta, dijo que volvería por ella y lo siento, muy polola del Rafa habrás sido, pero también fue mi amigo, y me corresponde guardar lo suyo. Así que un gran portazo cerró nuestra discusión y desprendió una sección de concreto junto al marco de la puerta que ayer tapé con pasta muro. Poco a poco me he ido quedando solo. Y qué cresta, ¿acaso no le decía yo a todo el que quisiera escucharme que yo era un potro de la pampa? Pero esto no se trata de mí ni de mi soledad, a pesar de que el descubrimiento que motiva estas palabras es consecuencia de la última. ¿Acaso no es necesario llevar la ceniza a la montaña? ¿Acaso no se ha de ser un mar? La soledad ha sido la instancia más fecunda del hombre.
Más de dos semanas estuvo la carpeta mirándome a los ojos. Como yo no podía sostener su mirada (miraba con furia), quise humillarla y la puse entre el libro mayor del 2003 y el del 2002 (ambos años nuestra pequeña carnicería había finalizado el ejercicio con números rojos.) Pero no, aun desde allí me llegaba su mirada fija y obstinada, además de iracunda. Hasta que un día la molesta carpeta y mi soledad concertaron mi derrota. Por supuesto, fue un día domingo, día en que han sido quebrantados los espíritus más fuertes. Ese día supe quién era Rafael Galindo; supe que era un poeta, supe que estaba muerto. ¿Que será de Rafael ahora? Probablemente goce su de anhelado paraíso, lo que él llamaba la entrega más dulce, el inevitable abandono: la putrefacción.
El cartón de la carpeta estaba molido y manchado con tinta roja. Su seno estaba hinchado de poesía. Y ¿qué haré ahora, hermanos míos? Ayudar en este parto. El poeta Galindo ha muerto; su poesía, debe comenzar a vivir. Yo no soy digno de revelar la magia del vientre de esa carpeta. Tampoco fui digno de haberla abierto alguna vez; pero un hombre tiene que hacer lo que un hombre tiene que hacer. Es por eso que comparto la magia de Galindo. Y ahora ¡basta de palabrería!, es Galindo quien debe hablar. Los dejo con Galindo.
El siguiente poema, al que no soy digno de añadirle comentario ni crítica alguna, fue escrito en una servilleta manchada con vino. Era el primer poema que saltaba a la vista entre la infinidad de papeles que habitaban El Vientre de la Carpeta.
(Sin título)
Una caña de vino,
dos,
tres,
cuatro.
Señora, baile conmigo.
Por supuesto, no.
Cinco,
seis.
¿Qué mirai?
Siete,
ocho.
¡Maldito dinero!
Media caña más.
Todos los hombres son una mierda,
y el que no lo sabe,
es una
mierda.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

cortes marin:
juajuajuajuajua

te tengo ke felicitar de corazon kerido amigo por tu blog...
nunca supe ke tenias faceta de escritor.....

bn entretenia la custion fijate.....

te mando un besote y ojala me sigas iluminando mis conocimientos(expresion en ingles...moya si se dice en castellano) con tus escritos.....

Ernesto González Dávila dijo...

Oye Beño:

Este texto está muy bueno, con intertextualidades notables, incluso cinematográficas. Este Galindo me recordó a Mauricio Redolés, poeta y rockero de este barrio chileno.

Me he entretenido mucho leyendo esta historia. Estoy muy de acuerdo contigo con eso de que en este espacio se puede compartir, yo también leo tu blog normalmente y de apoco he ido estableciendo mis lecturas.

Un abrazo,

Ernesto

Anónimo dijo...

Muy buen post.
Que bueno conocer a otro perdidos de la literatura chilena, tal como j. l martinez, juan emar , rodrigo lira y no sé que otros. Rafael galindo se parece mas que nada, al menos en la forma de terminar sus dias y legar su obra, al genial rodrigo lira, un verdadero maldito chilensis.

Secaedelarbol dijo...

Callate amargado arribista intelectual. De que te las dai?

Anónimo dijo...

Este si que es u verdadero saratusra!!

Anónimo dijo...

Rafael Galindo tiene mucho decir en una civilización enferma como la nuestra:

"¡Espántate, carajo! ¿A qué le tienes más miedo, al peso de tu corazón de piedra o a la parte de carne que en él aún palpita?"

Beño, notable.

EL AVE.

pd: perdón por haber juzgado tan duramente tu blog.

Don Beño dijo...

Flo es una polola castradora.

Beño.

a.l.e.y.n.a.d.a.m.a.s. dijo...

mmm

me parece algo intrigante el texto... faceta de escritor??? si claro que la tienes i por supuesto que io no la conocia...

un gusto muchacho..si la fran no me deja tu blog nunca adivino que don beño eras tu....


jajjajajjajajja



ia besitos nos vemos por ahi en tu casa ... sobrios jojojojo aiO! muak

Carly dijo...

buen relato...no sé si verídico o no, pero está muy bueno...besos

Unknown dijo...

Coincido con Ernesto, es un relato que atrapa y el poema al final es muy bueno.

Saludos, un gusto conocerte.

Fran dijo...

bJ, QUE WENO QUE TE HICISTE ESTE BLOG, ASÍ DEJAS DE REPRIMIRTE EN TU FACETA CLARAMENTE LITERARIA...te aliento a seguir escribiendo, pero no te pongai latero.(adevertencia a futuro, hasta el momento ha estado de lujo).
Saludos tu jefa Fran

Anónimo dijo...

Hola, es extraño,,,en este momento estoy a punto de dar a luz a un nuevo ser cuyo nombre es Rafael y justamente su apellido es Galindo.
De hecho a través del buscador de bloggs encontré el tuyo, sin querer, fortuitamente, en realidad buscaba el de mi Rafa...aquel que espero que mi hijo lea a manera de historia de su existencia.
Me gustó tu relato, me hizo recordar un poco al estilo de los poetas malditos, te felicito.
Atentamente, la progenitora de un Rafael Galindo de realidad, mi propia creción biológica, mezcla de comunismo y anarquismo, de ciencia e historia.
Atentamente. Dalia Marín.

Don Beño dijo...

Notable, notable.
Y felicidades por la venida de tu hijo, Rafael Galindo.

Beño.